La situación política en Ucrania es complicada y las líneas divisorias de religión que existen dentro del país la complican aún más. ¿Qué papel juega la religión en la crisis en Ucrania?
La iglesia en Ucrania ha experimentado muchas divisiones a lo largo de los años debido a la compleja relación que existe entre la iglesia ortodoxa y el estado. Mientras que la iglesia católica se basa en una jerarquía cuyas reglas atraviesan las fronteras nacionales, y en el protestantismo el poder de la iglesia está siempre subyugado a los matices nacionales, con la iglesia ortodoxa el trato de estas cuestiones varía según el país. Por lo tanto cuando una guerra, una invasión o una lucha por la independencia nacional resultan en la redefinición de las fronteras del país en zonas donde la iglesia ortodoxa es activa, normalmente viene acompañado de correspondientes altercados sobre la posición de las fronteras de las denominaciones religiosas dentro o entre las nuevas fronteras nacionales. Debido al hecho de que las fronteras de Ucrania han sido muy cambiantes y que la formación de la identidad nacional y de una nación independiente en sí han sido procesos muy largos, el país ha experimentado este proceso de redefinición de sus fronteras ya tres veces.

Las tres rupturas dentro de la iglesia en Ucrania
La primera ruptura ocurrió a finales del siglo XVI cuando una gran parte de la población ortodoxa que vivía bajo el mando del gobierno de Polonia-Lituania —a pesar de que continuó utilizando los ritos ortodoxos— se convirtió al catolicismo para evitar la persecución religiosa. La iglesia greco-católica de Ucrania, surgida como resultado de aquel proceso, tuvo especial influencia en las zonas occidentales del país que pasarían a formar parte de la Unión Soviética solo después de la Segunda Guerra Mundial. A partir de ese momento, la iglesia greco-católica fue totalmente prohibida en la Unión Soviética. Hoy en día es la tercera religión más grande en Ucrania.
La segunda ruptura ocurrió a finales de los 1910 y a principios de 1920, en una época en la que Ucrania fue independiente durante una corta temporada. La sección del clero que apoyó la independencia quiso liberar a la iglesia del poderío de Moscú. Intentó conseguir que a la iglesia ortodoxa de Ucrania se le diese un estatus completamente independiente o «autocéfalo»1, denominación que solo catorce iglesias ortodoxas tienen.
Lo consiguieron en 1924 cuando Grigoros VII, el patriarca de Constantinopla, le concedió este estatus. Sin embargo, la nueva iglesia autocéfala fue perseguida como resultado de las campañas antirreligiosas de los primeros años de la Unión Soviética, y al final su actividad fue prohibida completamente. Los nazis apoyaron la iglesia durante la ocupación militar en 1940. Cuando la Unión Soviética ganó la Segunda Guerra Mundial la iglesia autocéfala fue prohibida, y solo empezó a recuperar fuerza de nuevo en 1990, después de que Ucrania lograra la independencia. Durante el proceso de la recuperación en los ’90, la iglesia se dividió en dos y desde entonces sus miembros se han involucrado en discusiones sobre propiedad, que en ciertos momentos han llegado a convertirse en verdaderos altercados en masa dentro de los inmuebles de la iglesia. Juntas, estas ramas de la iglesia ortodoxa autocéfala de Ucrania forman la cuarta denominación religiosa más grande del país.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Stalin permitió de nuevo la actividad de la iglesia ortodoxa, con la idea de movilizar los diferentes poderes ideológicos, incluso los que fueran contrarios a la ideología de la Unión Soviética, con el fin de generar una guerra absoluta. El patriarcado de Moscú se mantuvo firmemente bajo el control del partido comunista, y por lo tanto fue la única iglesia ortodoxa permitida en la Unión Soviética bajo la cual se intentó agrupar el resto de las denominaciones religiosas locales. Por lo tanto cuando Ucrania consiguió la independencia, la mayor parte de su infraestructura religiosa se hallaba bajo el control del patriarcado de Moscú, y los intentos por parte de las iglesias de independizarse venían sobre todo desde aquellas denominaciones que estaban dentro del control del patriarcado de Moscú. El líder de la nueva iniciativa de independización es Filaret, el antes mitropolita2 de Kiev, que también ha ocupado el puesto de patriarca del patriarcado de Kiev dentro de la iglesia ortodoxa de Ucrania desde 1995. A principios de los 1990 Filaret intentó unirse a la iglesia ortodoxa autocéfala de Ucrania, pero el intento se estropeó enseguida por desacuerdos.

La lucha del patriarcado de Moscú por los creyentes de Ucrania
Es difícil analizar las relaciones de poder que existen entre el patriarcado de Kiev dirigida por Filaret, y la iglesia ortodoxa de Ucrania que funciona bajo el mando del patriarcado de Moscú. Las encuestas sobre el tema son problemáticas porque muchos de los creyentes ni siquiera son conscientes del conflicto que existe entre las dos instituciones y no les interesa mucho a cuál de los patriarcados representa su iglesia. Aunque los ritos de las denominaciones son casi iguales, el patriarcado de Kiev simpatiza más con el uso del ucraniano mientras el patriarcado de Moscú prefiere el eslavo eclesiástico. Las encuestas muestran realidades contradictorias sobre las relaciones de poder entre los patriarcados, sin embargo queda claro que las dos denominaciones tienen mucho más poder que la iglesia greco-católica de Ucrania, la tercera más grande en el país. A pesar de todo esto, la sección de la población más grande en Ucrania es la de lxs que muestran una actitud indiferente ante la religión, más específicamente unos 60% de ucranianxs no forman parte de ninguna denominación religiosa.
Ninguna de las catorce denominaciones autocéfalas que existen dentro de la iglesia ortodoxa ha reconocido el carácter autocéfalo del patriarcado de Kiev, y el estatus “autocéfalo” de la más pequeña iglesia autocéfala de Ucrania, concedido en los 1920, tampoco ya se considera válido hoy en día. Esta situación refleja el crecimiento de la influencia de la iglesia de Moscú después de los 1920. Además, las demás denominaciones religiosas ya no quieren contradecir lo que dice la iglesia ortodoxa claramente más poderosa, la de Moscú, o interferir con sus derechos en Ucrania.
La población de Ucrania es la segunda más grande dentro de los antiguos países de la Unión Soviética, y por lo tanto es importante para el patriarcado de Moscú mantener buenas relaciones con lxs ucranianxs. Debido al interés de Moscú en mantener lxs creyentes de Ucrania bajo su control, también tiene que andar con cuidado a la hora de hacer juicios sobre la presente guerra. En cualquier caso lxs ortodoxs de las zonas rebeldes de mayoría rusa o pro-rusa se han mantenido fieles al patriarcado de Moscú, y si este apoyara a los rebeldes demasiado abiertamente se podría debilitar su poder en el resto de Ucrania. Aunque el patriarcado de Moscú es un pilar importante del gobierno de Putin, no se ha posicionado abiertamente a favor de los rebeldes. Incluso después de la masacre de febrero en Kiev, el patriarca hizo solo unos comentarios ambiguos en contra de la integración europea de Ucrania. Solo se puede leer entre líneas la opinión del patriarca sobre la ocupación militar de Crimea. No participó en las festividades organizadas después de su ocupación.muerte & muerte

La iglesia de Ucrania de camino hacia otra ruptura
En cambio la administración local del patriarcado de Moscú en Kiev se ha posicionado claramente en contra de la ocupación militar. La iglesia del nuevo presidente de Ucrania, Pjotr Porošenko, también pertenece al patriarcado de Moscú, y al parecer la mayoría del clero ucraniano del patriarcado de Moscú apoya el gobierno central de Kiev en su lucha en contra de los pro-rusos. Lxs que apoyan a lxs pro-rusxs son una minoría, pero sus tácticas de apoyo son a menudo directas. Por ejemplo el 25 de mayo, los miembros del grupo de combate bajo el mando del prelado Vladimir Maretski fueron capturados como presos de guerra por el ejército del gobierno de Kiev cerca de la zona Luhansk.
La esencia de la ideología de las “repúblicas populares” de Donetsk y Luhansk yace en una combinación de nostalgia por la Unión Soviética y posicionamientos conservadores cristianos. Desde el punto de vista finés puede que esto parezca completamente contradictorio, pero en las zonas de la antigua Unión Soviética este tipo de pensamiento surgió por primera vez ya durante la crisis constitucional de Moscú en 19933. En aquella época un grupo compuesto de personajes mixtos desde monárquicos hasta estalinistas se lanzaron en defensa del Sóviet Supremo de Rusia, siendo el odio hacia las reformas del mercado de Jeltsin y su política autoritaria los únicos puntos que tenían en común. Entonces Jeltsin obligó al parlamento a la obediencia con la ayuda de los tanques, pero muchxs de lxs que perdieron en el conflicto siguieron con la actividad política, por ejemplo lxs que se juntan para publicar la revista Zavtra (“La Mañana”).
Entre lxs rebeldes de Donbass provenientes de los círculos de la revista Zavtra hay personajxs que han llegado a ser famosxs durante la guerra, por ejemplo el teniente Igor Girkin (seudónimo Strelkov), quien dirigió los rebeldes en las confrontaciones en la ciudad de Slavjansk. Girkin es un ortodoxo fuertemente devoto y tiene cómo modelo histórico a seguir a los monárquicos de la guardia blanca. Para lxs pro-rusxs extremistas nacionalistas los zares y la Unión Soviética son etapas igualmente importantes en la historia de la gran superpotencia de Rusia, y por lo tanto las estatuas de Lenin en las “repúblicas populares” rebeldes siguen intactas. Por otro lado el pensamiento conservador cristiano es visible por ejemplo en el hecho de que en la constitución de la “república popular de Donetsk” la cristiandad ortodoxa aparece como la religión oficial estatal.
En Rusia los lazos entre la iglesia y el Estado son tan fuertes que los sectores de la extrema derecha más radical a menudo muestran una actitud hostil hacia el patriarcado, y se identifican como neo-paganos. La extrema derecha en Rusia está dividida también en relación a sus opiniones sobre los acontecimientos en Ucrania: lxs paganxs y nazis simpatizan más con el gobierno de Kiev mientras lxs ortodoxxs fundamentalistas apoyan a lxs rebeldes rusxs, aunque también existen diferencias dentro de estos dos grupos. La actitud del patriarcado de Moscú hacia lxs ortodoxxs fundamentalistas tiene una doble naturaleza: por un lado no los puede apoyar abiertamente, pero por otro se les tolera y apoya dentro de las estructuras de la iglesia.

La situación difícil de los tártarxs de Crimea
Lxs que más pierden en la guerra de Ucrania son la minoría tártara cuya vida en la Unión Soviética también fue difícil: en 1944 todxs lxs tártarxs fueron expulsadxs y la mitad murió en el proceso. Les ha sido posible volver a Crimea solo después de la caída de la Unión Soviética.
Aunque después de la expulsión solo quedaron unos centenares de miles de tártarxs (actualmente son medio millón), su papel en el movimiento de pensamiento crítico en la Unión Soviética fue fundamental. No hubo ningún otro grupo étnico o religioso cuya participación en el movimiento de resistencia no violenta hubiera sido tan unánime.
En los años 60 Mustafa Džemilev llegó a tener la posición de liderazgo en el movimiento y sigue siendo un líder importante para lxs tártarxs. Después de la ocupación militar de Crimea Putin intentó ganar el apoyo de Džemilev, pero el intento fracasó y como resultado el líder ha sido expulsado de Rusia y Crimea durante los próximos cinco años por lo menos. La presión que sufren los grupos tártaros es dura, por ejemplo se han registrado domicilios de los miembros del propio parlamento de lxs tártarxs en Mejlis, y antes de octubre de 2014 se habían registrado 17 desapariciones en la población tártara. Algunxs de ellxs han sido halladxs muertxs.
La mayoría de lxs tártarxs cuenta con la establecida organización política que funciona dentro de los límites nacionales, pero también el partido islámico Hizb ut-Tahrir, formado en Jerusalén en 1953 pero que ahora funciona a nivel mundial, forma parte de la escena política tártara en Ucrania. El influjo del partido es especialmente notable en Asia Central donde es políticamente algo perseguido, pero no se le considera una organización terrorista. El único país donde es ilegal es Rusia, y ahora la prohibición se ha extendido a Crimea donde lxs sospechadxs miembros de Hizb ut-Tahrir están siendo expulsadxs del país. Los medios de comunicación pro-rusos de Crimea llevan tiempo intentando presentar a Hizb ut-Tahrir —y a todxs lxs tártarxs de Crimea— como terroristas, aunque desde los medios independientes no se ha presentado ninguna prueba para confirmar las acusaciones. Sin embargo algunxs tártarxs han ido a luchar en contra del gobierno de Assad en Siria, lo que puede influir en el futuro en el contexto político de la península.

Antti Rautiainen

El texto fue publicado inicialmente en el número 4/2014 de la revista Vapaa ajattelija (trad. Pensador Libre) de Finlandia.

 1 Iglesia que no depende de la jurisdicción del patriarca (N.de T.).
2 Tipo de obispo dentro de la jerarquía de la iglesia ortodoxa, por nivel de importancia entre el patriarcado y arzobispo (N. de T).
3 La crisis constitucional de 1993 hace referencia a los acontecimientos en Rusia que empezaron el 21 de septiembre, cuando el entonces presidente Boris Jeltsin decretó la disolución del Congreso de los Diputados del Pueblo de Rusia y el Soviet Supremo para facilitar la realización de reformas neoliberales y consolidar su poder en el gobierno. Se ha estimado que en los conflictos ocurridos murieron 187 personas, y hubo cientxs de heridxs (N.de T).